Jordi Castell e Italo Passalacqua, se catapultaron el año pasado como los principales (quizás por ser los únicos asumidos) exponentes de la farándula criolla, acaparando portadas y estelares de televisión donde se habla de todo lo que está al servicio del rating.
Su irrupción definitiva como "personas gay" tuvo como telón dos teleseries (Puertas Adentro y Machos) con personajes homosexuales no estereotipados y un clima periodístico que otorga cada vez más destacados y claros espacios al mundo del espectáculo.
Sin embargo la presencia gay en el showbussines nunca ha sido sorpresa. ¿O alguien se atrevería a decir que jamás pensó que Castell y Passalacqua eran homosexuales? Más aún, pocos se sorprenderán cuando otros personajes de la farándula, que todos saben quienes son, den señales similares a los hoy hegemonizadas por este dúo que, dicho sea de paso, tanta repugnancia causa al escritor Pedro Lemebel y tanta decepción han provocado al líder del movimiento gay, Rolando Jiménez.
El caso de las lesbianas es muy distinto, cualquier mujer chilena de TV que, al estilo del comediante estadounidense Ellen Degeneres, reconozca públicamente su homosexualidad causará una sorpresa mayúscula y obtendrá una atención mediática difícil de diagnosticar en términos de impacto y duración.
La invisibilidad de las lesbianas en TV, por los menos hasta entrado el 2003, era a tal nivel que ni siquiera (y por suerte) tenían antesalas del tipo Cochiguás o Yerko Puchento.
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